En el juego del golf, se le llama punto dulce al área de la cara del palo que realiza un contacto perfecto con la bola. El secreto está en poder convertirlo también en una tarea mental.
La atención exclusiva llevará al jugador a su punto dulce propio, antes de que este encuentre el punto dulce del palo. Tan sólo se trata de detener los pensamientos negativos, calmar las emociones, descansar la mente y jugar el golpe disfrutando de la acción que nos proporciona.
“En cualquier momento podemos encontrar el punto dulce propio”.
El punto dulce propio es pacífico e impermeable a inputs externos y sabe todo lo que hay que hacer en el momento presente.
- Detener la actividad desordenada de la mente, que se manifiesta como un diálogo constante con nosotros mismos.
- Calmar la lucha de las emociones que confunden el diálogo interno con temores, dudas y sentimientos negativos del pasado.
- Descansar nuestra atención, de modo que podamos centrarnos en un solo punto.
- Jugar el golpe a partir de la calma, con plena libertad.
Entre el silencio y la actividad, siempre hay conflicto. Son totalmente opuestos. El silencio pertenece a nuestro ser más profundo y la actividad al mundo exterior. El fin de la guerra entre los dos llegará al buscar la paz interna en la atención exclusiva.
De esta forma, habremos dirigido la atención al habitante interior, que es quien sabe jugar al golf. El primer swing que realicemos desde esta perspectiva, iniciará la reacción que permita que nuestro juego fluya con naturalidad.