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Gestión de las emociones

En el swing de golf el gasto de energía es casi instantáneo. Comienza con un propósito del cerebro y termina con la acción de golpear la bola dos segundos después. El esfuerzo se dirige hacia fuera, pero la lucha siempre es interna. Nuestra capacidad de realizar un buen swing se reduce a lo que el ego quiere que hagamos, la mente nos manda hacer y a lo que los nervios nos permiten desarrollar:

  • El ego nos dice: voy a lanzar la bola justo al hoyo. ¡Ya verás!
  • La mente nos dice: haz esto correctamente. Ponte en stance. Acércate a la bola pero no mucho, eh!!! … ¿o sí?… ufff!!!
  • Los nervios nos dicen: puedes quedar en ridículo. ¡Todos te están mirando! Realiza el golpe… pero ¡yaaa!

Cuando actuamos de esta forma, la energía está dirigida tan solo hacia un hipotético  resultado final concreto, pero esto no es más que una ilusión en cuanto todavía no ha  sucedido y no nos permite concentrar en lo realmente importante para la acción posterior.

Cuando al final realizamos el swing, la bola sale sin rumbo fijo, siguiendo las señales erróneas que envió nuestra mente y que recibió posteriormente nuestro cuerpo de forma confusa.

Debemos hacer una pausa para poder controlar los nervios

Al abordar de nuevo una situación difícil del pasado dentro del campo de golf, sin haber sido solucionada o borrada de nuestra mente, se desencadena un proceso complejo. El ego, las emociones y los nervios intentaran anularnos. Debemos tener paciencia.

El siguiente desafío que se te presente en el campo de golf, abórdalo con una actitud de “esperarte”.

  • Prométete que no lucharás violentamente contra las adversidades del juego.
  • Haz solo lo que creas necesario y luego apártate.
  • Permite entonces que posteriormente, las respuestas correctas a los problemas lleguen desde tu habitante interior.

Siempre buscamos resolver un problema pensando en la dificultad de cada una de sus fases, pero en vez  de esto, retírate y vuelve a considerarlo de nuevo.

Las facultades más hábiles de nuestro ser, no funcionan a la velocidad que exige la mente; no importa. Las soluciones se incuban a un nivel profundo. Confía en tu intuición. Analiza entonces si has logrado un resultado satisfactorio.

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